Año 1975, Japón. La compañía Nintendo, luego de dedicarse a negocios tan diversos y bizarros como juegos de cartas, taxis, hoteles alojamiento (sí, hubo telos Nintendo) y comida instantánea, decide subirse a la flamante ola electrónica del entretenimiento, consiguiendo la licencia para distribuir la legendaria consola Magnavox Odissey, el primer sistema doméstico de videojuegos.
Paralelamente, comienza a producir juegos para arcade, con un objetivo en mente: conseguir un éxito de igual magnitud que Pac-Man.
Paralelamente, comienza a producir juegos para arcade, con un objetivo en mente: conseguir un éxito de igual magnitud que Pac-Man.
Shigeru Miyamoto era un pibe de veintipocos que recién entraba a trabajar a la empresa, y le encargaron el diseño de dicho título. Nintendo había estado coqueteando con una licencia para un juego basado en Popeye, y con esa idea, Miyamoto bosquejó un juego de plataformas donde Popeye debía escalar una torre, esquivando los barriles que Bluto le tiraba, para rescatar a Olivia. Sin embargo la licencia nunca se concretó, y el diseño de personaje tuvo que alterarse. Bluto pasó a ser un enorme simio llamado Donkey Kong; Olivia mutó en Lady, una doncella genérica de pelo naranja, y Popeye en un personaje llamado Jumpman. Los colores de Jumpman fueron elegidos adrede para destacar sus formas y contornos en un entorno gráfico muy reducido, y fueron añadidos detalles tales como guantes, bigote y gorra para destacar mejor sobre el fondo.
Si bien este juego marca la primera aparición de personajes clásicos de la empresa, en esta oportunidad Mario no es el protagonista, sino el villano. Según la historia del juego publicada en el manual, Donkey Kong es la mascota de Mario que, maltratada por su amo, decide huir, raptando a su novia como prenda para recobrar su libertad. Ésta relación es más clara en la secuela directa del juego, Donkey Kong Jr., donde el hijo de Donkey Kong debe rescatar a su padre enjaulado de las garras de un Mario con látigo.
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