miércoles, 15 de febrero de 2012

Recuerdos del pasado: Batman, la serie animada

El concepto de animación, o dibujo animado, ha ganado el status de “arte” (más precisamente el noveno) desde hace ya mucho tiempo. Como tal ha ido obteniendo el respeto y el reconocimiento, en mayor o menor medida, desde diversos rincones del globo. Pero son dos lugares particulares los que más focalizan la cuantiosa parva de producciones de este tipo que se emiten por año: Japón y Estados Unidos.


Los casos de ambos países son harto diferentes, pero no sólo en el nivel de desarrollo de la industria de la animación, sino también por la concepción misma que tienen de los “dibujos animados”. Es cierto, como se afirmaba líneas atrás que los dibujos son cada vez más respetados, pero no menos cierto es que aun existen lugares que no han abandonado la ecuación animación = producto para niños.

Si bien Estados Unidos es uno de los grandes pilares en la industria de los dibujos (o cartoons por esos pagos) no comprende este arte como tal. Por el contrario de Japón, el país del Norte está dando recién sus primeros pasos en lo que se refiere a animación para adolescentes y adultos (con bloques enteros dedicados a su difusión en algunos canales como Fox y Cartoon Network), y es que hasta hace pocos años no podían desencasillar a los dibujos fuera de lo estrictamente “infantil”.

Es por eso que si hablamos de cartoons yanquis a finales de la década del ochenta y principios de los noventa no podemos más que imaginarnos a los Ositos Cariñosos o a Mi Pequeño Pony. Pero llegaría en ese momento un dibujo que intentaría exitosamente romper los estereotipos. Se trataba de un cartoon planificado y realizado como cualquier otra serie con actores de carne y hueso (live-action, que le dicen), inclusive cercano al trabajoso detalle de un largometraje.

Tal vez su comparación con un film no es azarosa, ya que fue gracias a una película de 1989 que el proyecto de este cartoon convenció a los productores de la Warner para que le dieran luz verde. El largometraje citado es Batman del afamado director Tim Burton (El cadáver de la novia, El joven manos de tijera, El gran pez, entre otros) y el proyecto aprobado gracias a su éxito fue precisamente el de Batman la serie animada (Batman The Animated Series).

La idea de este dibujo era restituir la imagen oscura de los orígenes de Batman, perdida en gran parte por la famosa serie de los sesenta (la de Adam West y el “bati-twist”). Para eso Paul Dinni (Productor y guionista) y Bruce Timm (productor general) tomaron las bases de Burton, lo mezclaron con algunos elementos de la década del cuarenta (diseños de autos, armas, vestimentas, etc.), música “inspirada” en la compuesta por Danny Elfman para el film y algo de Art Deco.

El resultado fue una serie de acción de referencias al Film Noir en la que pocas veces se veía la luz del día. A su vez, transgredía los límites de lo moralmente establecido por la sociedad norteamericana al mostrar armas de fuego y escenas en las que el bati-personaje bati-noqueaba a sus bati-enemigos a puño limpio (cuan bati-transgresor…).

La serie tuvo el mérito de retomar a casi todos los villanos clásicos de las historietas de Batman, rindiéndoles merecido homenaje y, al mismo tiempo, agregándoles interesantes elementos nuevos a sus ya conocidas facetas. Es así como personajes como Mr Freeze (El Señor Frío) o Clay Face (Cara de Barro) ganaron más que un cambio de look (de hecho la nueva historia de Mr Freeze fue retomada en el film Batman & Robin).

Continuando en el apartado “personajes”, no puede dejar de mencionarse a aquellos creados específicamente para la serie animada. Puntualmente, el caracter novedoso más paradigmático y relevante para el universo de Batman fue el de Harley Quinn, la demente compañera del no menos demente Joker (El Guasón). Esta muchacha de aspecto bufonesco ganó tanta popularidad que los capos de DC (la editorial que publica la historieta de Batman) decidieron incluirla en las páginas de la revista del murciélago.

La serie se estrenaba en 1992 con particular suceso, llegando a ganar varios galardones, entre ellos un Emmy. Su emisión comenzaría los fines de semana por la mañana para luego pasar al controversial horario nocturno (cabe destacar que en esta franja, Estados Unidos sólo ha conocido dos dibujos: Los Picapiedras en los sesenta y Los Simpsons en la actualidad) Pero no tendría mucho éxito por la competencia con 60 Minutos y regresaría a su inicial horario.

El show continuó hasta 1995, año en que algunos de los principales impulsores de la serie se bajarían del proyecto merced del intento de la Warner por “infantilizar” el producto. La idea estaba impulsada por el temor a una censura como la del dibujo animado de Spiderman, que sufrió muchas restricciones por un capítulo adverso sufrido por Fox Kids en países como Canadá, donde se borro prácticamente toda su programación por ser considerada demasiado violenta.

Más adelante vendrían otras temporadas con ligeros cambios en el nombre de la serie (como para marcar el quiebre), pero del proyecto original sólo conservarían la estética del diseño de los personajes. No mucho se mantendría del arte oscuro, la música “elfiana” y el planteamiento maduro de los episodios.

Al margen, puede comentarse que como sucede con todas las series exitosas, Batman TAS (The Animated Series) contó con un amplio merchandising. Algunos episodios fueron distribuidos en video en su momento y más tarde recopilados en DVD (formato que en el momento de auge de la serie era ignoto).

Además en 1993 contó con una versión para la pantalla grande, una bien lograda película titulada Batman: La Máscara del Fantasma (que toma libremente algunos conceptos de la historieta Batman: Año 2). El film fue estrenado en cines aunque no gozo de mucho éxito quizás por su escasa promoción (hasta último momento iba a ser lanzada para venta exclusiva en video).

A su vez gozó de varios videojuegos para distintas plataformas (el último de los cuales salió en 2003), un comic propio que se publico hasta 2004 y hasta una serie de novelas.

Batman TAS luego contó con lo que se podría denominar como “continuaciones”, otras series que retoman al personaje con diseños similares (pero con estéticas diferentes). En esta lista debe citarse a Batman Beyond y también a La Liga de La Justicia, ambas series de notable éxito.

El programa marcó definitivamente el estándar de todas las adaptaciones de los comics de DC a la pantalla chica. De hecho cada intento de un viraje en la estética (como el de The Batman, programa estrenado hace unos años con poco relevancia) se constituyó en un fracaso rotundo.

Sin embargo, el principal punto a destacar de la serie no son precisamente esas caras cuadradas de líneas sencillas. Lo que más la distinguió de toda la camada de dibujos norteamericanos de principios de los noventa fue su planteamiento adulto y su arte oscuro, con adaptaciones de historias del comic que prácticamente podrían haber sido largometrajes. Los estudios de la Warner no harían mal en imitar eso, valdría la pena el intento.

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